Arquitecto: Eduardo Soto de Moura
Obra: Casas Patio
Año: 1993
Obra: Casas Patio
Año: 1993
Eduardo Souto de Moura realiza un complejo de casas bajas, que se integran con discreción en el diseño del paisaje, tejiendo relaciones menudas y complejas con un lugar en el que conviven diversos mundos y diversos tiempos: el lento silencio y los árboles seculares del jardín de la villa de Ribeirinho, que conserva en el nombre la memoria de una orografía transformada a lo largo del tiempo por el crecimiento de lo edificado, los jirones del viejo tejido con sus calibres menudos de lo construido y de los espacios, el puerto de Leixões, el ruido incesante de los largos embarcaderos que se encuentran enfrente, entrando a diseñar el paisaje y las prostitutas más abajo, en la calle.


En la parte baja del jardín de la villa ' una amplia terraza llana, en otro tiempo con huertos, asomada hacia el puerto y protegida por las amplias espaldas del alto muro de piedra del jardín ' se dibujan nuevos solares estrechos y largos, mientras que un décimo solar triangular resulta recortado por el sedimento de una nueva calle prevista por el plan municipal.
El descarte a lo largo de los jardines permite reducir el calibre del espacio público y mantener la continuidad del viejo trazado, del que se repiten, con la ampliación de sus fotografías, los muros de piedra colocados en seco y reforzados con pequeñas esquirlas en las junturas.
Las casas bajas, de una sola planta, se extienden aquí conservando la presencia del elemento natural, no tanto por los raros árboles que se entrevén desde los patios interiores, cuánto por el absoluto silencio compositivo, pausa temporal que convierte en presente el sentido sagrado y perenne de las cosas de la naturaleza.

El juntarse en la calle de los garajes y la presencia de un patio de entrada con un hueco de servicio aseguran al cuerpo real de la casa una distancia desde el espacio exterior que es funcional a la disminución de velocidad del tiempo físicamente perceptible en la vivienda.

Esta pausa hace superfluo un diseño elocuente del tema de la entrada, que está constituido simplemente por franjas continuas de chapa blanca, cándido toldo en el que estrechas puertas de acceso al primer patio y a los portalones corredizos de los garajes se encuentran sencillamente recortadas, blanco sobre blanco.
Si en las parcelas primitivas más cortas la medida del jardín permite leer el espacio como patio dilatado, en las parcelas largas la unidad compositiva es recobrada mediante un cuerpo de cierre con pequeños entornos de servicio tras la piscina.
El proceso de abstracción que hace de algún modo "perder imagen" a puertas y a ventanas, a techos y vierteaguas, anula el sentido narrativo de la composición, hace callar, para dejar hablar a la presencia de ese "estar en si" de las cosas.
La luz, modulada entre los patios y los tragaluces que dibujan la cubierta, es una calidad que radica en un sentido profundo de identidad del lugar, podríamos decir tanto geográfica como existencial. Esto permite un salto del tiempo cronológico a un tiempo inferior.Dentro pocos elementos, en los que las medidas y la absoluta esencialidad del lenguaje fuerzan la geometría euclidiana.
Y aquí, en un cruce entre mundos, donde alguien podría encontrar el ala del ángel que en el "Sueño" de Michelucci, da forma a la felicidad, del habitar.Texto:
Francesca De Vita
Fotografias:
Revista 2G - Eduardo Soto de Moura
